“Atentado” 1979. Pintura surrealista de Eduardo Naranjo pintor de Monesterio, Badajoz, España.

Del falo como significación al falo como función

Gabriela Urriolagoitia*

 

¿Cuáles son las consecuencias de la forclusión del Nombre del Padre, en distintos momentos de la enseñanza de Lacan?

 

Desde la lógica del significante.

En “De una Cuestión Preliminar….”, el Nombre del Padre (NP) es correlato del Otro completo, siendo así el NP un significante interior al Otro. Es el significante que, estando inscrito en el lugar del Otro, da su consistencia al sujeto: “el significante que, en el Otro, en cuanto lugar del significante, es el significante del Otro en cuanto lugar de la ley”.[1]

El Otro es el lugar de la palabra que permite la intersubjetividad. Esto se ubica en el primer piso del grafo, en el eje entre s(A) y A donde la significación fálica aparece como efecto retroactivo, porque el NP está inserto en el lugar del Otro. El sujeto es un efecto de significación.

La psicosis, a esta altura de la enseñanza de Lacan, se desencadena a partir del encuentro con “Un-padre”, se manifiesta a través de fenómenos del lenguaje y la estabilización se da con la metáfora delirante. El cuerpo, concebido en el eje Imaginario, se pone en juego con una regresión tópica al Estadio del Espejo.

La forclusión generalizada.

Lacan hace un giro decisivo[2] al introducir una hiancia en el campo del Otro. Hay un significante esencial que falta en el Otro haciéndolo incompleto, S(A/). La incompletitud del Otro es un hecho de estructura: “el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de esa carencia”.[3] Entonces, el estatuto del sujeto cambia, es un significante en menos: El sujeto se inserta en el campo del lenguaje en una posición de exclusión. Lacan dirá que el S/ está forcluído del campo del Otro: “el sujeto, en cuanto identificado con el corte, está verworfen[4] y “El sujeto se constituye en primer lugar como -1”, de tal manera que “es verworfen como lo vamos a encontrar”.[5] S(A/ ) es un significante exterior al Otro pero conectado con él.

El S1 representa al sujeto en la estructura y sutura su hiancia. Es una marca con la que el sujeto se identifica cuando la función paterna se cumple, y la enunciación, que no es más que un vacío, encuentra así su punto de apoyo, porque el NP se inscribe en el lugar de la S de S(A/). Se regula la relación del sujeto con su propia palabra, que se articula al tomar su lugar en la enunciación.

Si la hiancia en el Otro es un dato estructural y el sujeto está verworfen, la forclusión es un mecanismo fundador de todo ser hablante, no exclusivo de la psicosis. La forclusión del NP es la forclusión del elemento que, desde el exterior, sostiene el ordenamiento de la cadena significante.

Lo que viene al lugar de esta hiancia es una exigencia de goce que implica, ya no al Otro de la ley, sino un Otro voraz y gozador, que la significación fálica le permite resolver al sujeto neurótico. Pero al sujeto psicótico le resulta insoportable porque, al no contar con la significación fálica, está obligado a realizar un trabajo infinito para obturarla y lo hace con su cuerpo. Es el punto inicial para pensar el desencadenamiento como una deslocalización del goce que retorna en el cuerpo, y los trastornos del lenguaje dan cuenta de la dificultad del sujeto psicótico para localizar el goce por medio del significante.

Una axiomática del goce.

Son los años 60 y Lacan va a elaborar el concepto de goce articulado al objeto a. Se referirá al sujeto psicótico como “sujeto del goce”.[6] Aparece la pluralización del NP, porque al no tratarse de un elemento inherente al Otro no es una función universal. El NP es solo una función de corte que permite que se instaure el objeto como perdido, y junto con él la castración. El NP es la función que asegura la inclusión del falo con relación al objeto, porque al separar a la Madre de su producto, produciendo la caída del objeto a, éste deviene una función de corte. Lacan diferencia, además, el falo simbólico, Φ, del falo imaginario, ϕ. El ϕ es un elemento imaginario que permite la significación fálica, y Φ es una función simbólica que ordena las relaciones entre los sexos alrededor de ser y tener el falo.

El sujeto psicótico tiene “su causa en el bolsillo”[7] porque el objeto a seguirá incorporado en el cuerpo, produciendo un desborde de goce y una identificación del sujeto como objeto de goce.

La función fálica Φx y el “Empuje-a-la-mujer”.

En las fórmulas de la sexuación[8] el Padre es una función de excepción que introduce la función fálica Φx (todos castrados). En la necesidad de localizar su goce, el parlêtre se sirve de la función fálica. Es una función en la que inscribe su goce, con el efecto de evacuación del goce del cuerpo y la localización de un goce residual en las zonas erógenas. El goce del cuerpo se ordena además como sexuado.

La forclusión implica que la función paterna de excepción no se cumple, quedando forcluída también la función fálica. Por lo tanto, en la psicosis este vaciamiento de goce no se produce; el goce invade todo el cuerpo y lo fragmenta. El goce cobra una significación femenina, ya que la referencia para tramitar el goce será, entonces, el significante de La-Mujer, qué se expresa como “Empuje-a-la-mujer”.[9]

Nuestras XIV Jornadas son la oportunidad para investigar y constatar las distintas manifestaciones y alcances que tienen estas propuestas de Lacan para interpretar los fenómenos del cuerpo en las psicosis.


*Psicoanalista en La Paz, Bolivia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana, NELcf, y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, AMP.

[1] Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Escritos 2, Siglo veintiuno editores Argentina, Buenos Aires, 1995, p. 564.

[2] Maleval, J.-C., La forclusión del Nombre del Padre, Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 87.

[3] Lacan, J., “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos II, Op. cit., p. 607.

[4] Lacan, J., El Seminario, libro 6, El deseo y su interpretación. Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 507.

[5] Lacan, J., Seminario IX, La Identificación. Clase del 7 de marzo de 1962, inédito.

[6] Lacan, J., “Presentación de las Memorias de un neurópata”. Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 233.

[7] Lacan, J., (1967) “Breve discurso a los psiquiatras” Inédito

[8] Lacan, J., El seminario, libro 20, Aun. Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 95.

[9]Lacan, J., “El Atolondradicho”. Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 490.

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