“Support”, Lorenzo Quinn. 57° Bienal de Venecia.

Nota editorial

Este work in progress hacia nuestras Jornadas ha ido acentuando el rasgo laboriocio de Estela, Edgar, José Luis, Andrés, Claudia y mío propio, encausando pasiones y recursos a la investigación colectiva en la Escuela: hoy lo testimonia una interlocución sobre “fenómenos del cuerpo como tratamientos sinthomáticos, arreglos ʻpermanentesʼ, anudamientos”.

En “Milagros Divinos”, Hilema Suárez pesquisa estabilizaciones de larga duración como el “ponderal”, mientras, Susana Schaer circunscribe posibles agarres sinthomáticos y notariza un detenimiento del cuerpo maníaco por lesión. En “a-marras”, Ma. Olga Herreros hace un par prometedor con su paciente evitando otro penoso “amarrar”; y, Javier Baca formaliza un trípode que sostiene, al estilo de esas manos esculpidas que emergen de un canal veneciano.

El artista inventa su “Castillete” —como indica Ángel Sanabria de Reverón— o hace su “andamio vernacular” (Chay Velasco). ¿Acaso hemos inventado algo los analistas? ¡Sí y cada vez! El objeto a, la Escuela, un nuevo amor, un tratamiento más digno de las psicosis.

Nuestra laboriociocidad encalla en este último boletín, y ¡despegamos a Bogotá!

Jessica Jara
Coordinadora del Boletín

“Milagros Divinos”

Una Laboriocia participó de tu enseñanza declarada: “Una escritura posible del goce. Un cuerpo”, que llevaste a cabo junto a Julieta Ravard, donde te interrogabas: «¿Cómo impacta la palabra en el cuerpo? Es un misterio…, ¿es la palabra lo que impacta o es el sinsentido?”

Hay arreglos o anudamientos al que arriban algunos sujetos psicóticos a partir de fenómenos permanentes de cuerpo; así, Miller en “Embrollos…”[1] precisó cómo un dolor cual «sinsentido encarnado» logró ordenar una vida; en esa vía, te invitamos a pensar con nosotros, ¿cómo un sujeto psicótico tras experimentar el sinsentido de fenómenos permanentes que impactan su cuerpo, puede encontrar un saber hacer a modo de suplencia a la forclusión del Nombre del Padre?

Responde Hilema Suárez, miembro de la NELcf Caracas y la AMP, sigue el programa de trabajo de Lacan, Miller y Laurent para aportarnos precisas puntadas estabilizadoras.

Acerca del S1 sin sentido:

En El reverso de la biopolítica, Eric Laurent destaca la dimensión del trauma, lo concibe como producto de una lengua anterior al lenguaje; vale decir lalengua. Aclara que, si bien lalengua implica al significante, “lo hace en tanto causa material de goce, vale decir sirve al goce.” [2]

En los Embrollos del cuerpo, Jacques-Alain Miller nos propone la doble operación del sujeto: alienación – separación, para orientarnos hacia ese punto de real: la unión del símbolo y la carne. La alienación es una articulación significante; y la separación es un momento pulsional. “En la psicosis, hay la forclusión; por lo tanto, en vez de separación hay una emergencia pulsional particular que surgirá como fenómenos del cuerpo; es decir, la pulsión en lo real no articulada al objeto a.” [3] La alucinación es un ejemplo fundamental de la emergencia de un real sin ley, errático. En el caso del Hombre de los lobos, es notable la alucinación del dedo cortado, “surge como un real desligado de la palabra”. [4]

Acerca de lo que estabiliza las psicosis:

En la conferencia Vigencia de tres exigencias deducidas de las enseñanzas de Lacan acerca de las psicosis, [5] Eric Laurent detalla las estabilizaciones en las psicosis de acuerdo con momentos precisos de la enseñanza de Lacan:

La estabilización por el acto, paradigma Aimé. El sujeto Aimé “después de su acto, de agredir al otro, consigue estabilizarse.” [6]

La estabilización por el empuje a la mujer, paradigma Schreber. Mediante su transformación “delirante en mujer íntimamente ligado al empuje pulsional”, [7] el sujeto Schreber consigue amarrar el cuerpo, complementado por la lógica del todo y la falta en la psicosis, y la fórmula ser la mujer que falta a los hombres.

Lacan produce una nueva orientación que permite pensar formas de estabilización en la psicosis, yendo más allá de la estabilización delirante. En el Seminario 23, “El Sinthome”, presenta una psicosis lacaniana, que no delira.

La estabilización con el sinthome. Paradigma Joyce-el sinthome. El parlêtre Joyce “es un desabonado del inconsciente, es alguien exiliado del Otro.” [8] A través de su obra literaria, se puede apreciar que lo que le acontece a Joyce no hace palpitar a otros, no consigue la empatía de tocar a otros inconscientes. En ese sentido, Lacan inventó el término sinthome, “Joyce-el-sinthome se distingue por estar identificado con ese singular, más que identificado, encarnando el sinthome.” [9]

Un caso que permite ver la estabilización mediante el S1:

En Embrollos del cuerpo, una colega de Bordeaux, Marie-France Prémon presenta a M., una joven mujer soltera, “atrapada en un dolor inexplicable”, [10] en sus palabras “un verdadero no-sentido encarnado”. Fue importante ubicar el momento de ruptura en la vida de M. correlacionado con la supresión de un medicamento regulador del apetito del que no se había separado, el ponderal – larga – duración. Así como también, las crisis bulímicas desde donde se designaba como bulímica para poder determinar la importancia de estos significantes: “ponderal” y “bulímica”, en su función estabilizadora.

De lo que nos compartiste sobre tu participación en el reciente Coloquio Seminario «Usos del cuerpo» de la Sección La Paz, ha causado particular interés en los laboriocios, que el caso tratase sobre una manía, pues las referencias y elaboraciones cosechadas en «Milagros Divinos» anteriores han sido en torno a la melancolía, la paranoia y la esquizofrenia. Siguiendo esa pista que nos animó, te queríamos preguntar: ¿podemos pensar algunos fenómenos de cuerpo en la manía, que puedan funcionar como arreglos o anudamientos?

Responde Susana Schaer, miembro de la NELcf La Paz y la AMP, aportando ciertas disquisiciones sobre la manía, en búsqueda de agarres posibles ante la fuga.

Hay sujetos para los cuales tener un cuerpo resulta problemático. R. de 36 años no puede parar de soñar, no puede parar de tomar alcohol, no puede parar de pensar en ella, no puede parar de hacer deporte, de tocar el piano, de estudiar inglés, no puede parar… pero a su vez, hace un uso del sueño que le permite, bajo transferencia, tramitar algo del suicidio del hermano. Tomar alcohol le permite pensar en lo que no piensa. También pensar en ella, soñar con ella, le permite agarrarse a algo de lo vivo. Y hacer deporte toma para él el estatuto de “lo que me agarra”.

¿Manía sinthome?

Frente a la frágil solución de “el deporte, lo que me agarra”, que le permitiría a R. hacerse un cuerpo, sufre una lesión jugando tenis, por la que consulta con varios médicos que le recetan calmantes. Dirá “son pastillas fuertes, estoy como sedado, no puedo escuchar bien, mareo, temblores, no podía hablar, fue espantoso, como perder el conocimiento, el equilibrio, como una descompensación.” El cuerpo se le desarma… pero, tal como lo expresa, pudo llegar a la consulta…  y en una enumeración casi infinita refiere cantidad de actividades, entre ellas las deportivas.

Freud introduce en Duelo y Melancolía a la manía como solución —frente a la melancolía— en lugar de considerarla exclusivamente como una enfermedad.

Lacan retoma esta cuestión en el Seminario 23 “El Sinthome”, donde concibe al nudo como la estructura fundamental del sujeto y al síntoma como una organización singular de goce. Señala que, lejos de constituir algo de lo que conviene deshacerse, se trata de lo que “permite vivir”. Adviene entonces el sinthome como el cuarto anillo, que conservaría el encadenamiento de los tres registros. Si la manía deviene sinthome, quiere decir que ya no vale solamente como síntoma problema sino como solución, reparación que permite sostener el anudamiento necesario para que la vida sea posible.

Encontramos tres modos de reparación del nudo en la manía. Uno que se refiere al ejemplo de Joyce y el uso que hace de la lengua en su Finnegan’s Wake, donde la solución sintomática proviene de la elación [11] maníaca con la que logra hacer síntoma. Joyce se hace un Nombre mediante la escritura, supliendo así con la función del ego el lapsus del nudo que no permitía el calce del objeto a en RSI. El resultado es un anudamiento que reproduce la falla original, pero que a su vez evita el desencadenamiento vía el sinthome.

Otro modo de anudamiento que propone Fabián Schejtman [12] para la manía, consiste en la interpenetración de lo imaginario y lo real, con el desprendimiento de lo simbólico, que se manifiesta en la independencia que este registro alcanza por ejemplo, en la sintomatología del acceso maníaco: verborrea, fuga de ideas, etc.

Y un tercer modo, donde la fuga de ideas, la falta de detención, se puede leer en la puesta en continuidad de los registros simbólico e imaginario, como consecuencia de la no-función de a, es decir, del desanudamiento del registro de lo real. [13]

En R. podemos observar que no hay nada estable que lo ate a la vida. Sus identificaciones son lábiles y peligrosas. También podemos ubicar que en él, queda suelto contingentemente lo simbólico, queda suelto contingentemente lo Imaginario, queda suelto contingentemente lo real. Como una placa giratoria que va de un anudamiento precario a otro. No hay por ahora un modo metafórico sinthomal del orden de lo necesario, fijo y estable. La apuesta en este caso, acompañarlo a hacerse un cuerpo con el deporte.


[1] Miller, J.-A. Embrollos del cuerpo, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 39.

[2] Laurent, E. El reverso de la biopolítica. Grama Ediciones, p. 35.

[3] Miller, J.-A. Embrollos del cuerpo. Colección Mundo Psicoanalítico. Ed. Pomaire, p. 139.

[4] Miller, J.-A. El Ultimísimo Lacan. Ed. Paidós, p. 34.

[5] Laurent, Eric. Estabilizaciones en las psicosis. Manantial, p. 7.

[6] Ídem, p. 18.

[7] Ídem, p. 19.

[8] Ídem, p. 19.

[9] Miller, J.-A. Sutilezas analíticas. Ed. Paidós, p. 92.

[10] Miller, J.-A. Embrollos del cuerpo. Colección Mundo Psicoanalítico. Ed. Pomaire, p. 37.

[11] Lacan, J. El Seminario de Jacques Lacan: Libro 23, El Sinthome, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2006, p. 12.

[12] Shejtman, F. Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, Buenos Aires, Grama, 2013.

[13] Pablo, M. Melancolía… manía… rudimentos para una lectura de la teoría de los nudos. Anuario de investigaciones, Buenos Aires, 2006, disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/3691/369139942038.pdf.

“a-marras”

Tal como lo sugiere el título del eje 4 de trabajo para las Jornadas, “Los fenómenos del cuerpo como tratamientos sinthomáticos, arreglos ʻpermanentesʼ, anudamientos”, cabe considerar que podemos encontrar en las psicosis manifestaciones del cuerpo que en tanto tales, y dada su permanencia en el tiempo, podrían producir cierto “a-marre” del goce, no sin una articulación significante.

¿Podrías decir algo sobre esta proposición, con base en lo que ha sido tu práctica con sujetos psicóticos?

Javier Baca es asociado de la NELcf Lima y en su contribución sobre cómo hacer viables ciertos enclaves al goce inútil cuando el cuerpo vibra, no se queda por fuera de la ecuación.

Laboriocio es memoriocio y recordó que en las Jornadas de la NELcf en Lima, presentaste un caso donde das cuenta de “una sesión muy particular” en la que realizas un acompañamiento telefónico a una joven paciente en crisis al tiempo en que una ambulancia estaba por llevarla al hospital. Escucharte permitió “no amarrarla, ni forzarla” en esta nueva internación que no fue como una anterior traumática.

¿Podrías contarnos sobre lo que llamas la “lógica de la pequeña incidencia”? Porque seguro nos dará buenos indicios en nuestro esfuerzo colectivo de Escuela de pensar nuevos modos de anudamientos o forzamientos sutiles en nuestra práctica con las psicosis. 

María Olga Herreros es miembro de la NELcf Santiago de Chile y la AMP, y su aporte muestra los alcances del compromiso y el consentimiento de un sujeto psicótico, cuando se sigue el imperativo lacaniano de “no retroceder”.

Parto mi texto señalando que se trató de lo que llamé “pequeña incidencia” en el tratamiento, una oportunidad de incidir en menor sufrimiento para la paciente, algo así como el vuelo de una mariposa…. Acompañar a una paciente en una internación que pudo ser consentida, lo que tuvo efectos en la institución tratante, que permitió la continuidad del trabajo y que permitió que la analista fuera a tener sesiones con la paciente dos veces a la semana; la internación dura seis semanas, tiempo mucho más breve que las anteriores hospitalizaciones.

Si en la clínica ultimísima de Lacan lo que se busca —al orientarnos por lo real— que el sujeto prevalezca responsable y con derecho a la palabra sobre lo que le concierne, incluso en los confines de la psicosis. Entonces, ¿cómo maniobrar a partir de las pistas del trabajo anterior a la internación, bajo transferencia?

Si lo que orienta el tratamiento es la posición de par del paciente, tal como lo transmitiera Guy Briole en su libro “Monólogo compartido con la locura?”, ¿cómo hacer de par, ni adelante, ni demasiado cerca, al lado, atenta la analista a rastrear las soluciones y arreglos del propio paciente? [14].

Del trabajo anterior, la paciente pudo dar cuenta del horror que había vivido en experiencias de internación anteriores. Por lo que surge del acto de la analista, el deseo de hacer de esta experiencia no una repetición mortífera, sino una contingencia necesaria.

El consentimiento del paciente fue un pacto, desde el inicio del tratamiento que, cuando se le recuerda, lo acepta:

-Paciente -“¡Usted me prometió que no me iba a internar!”

-Analista: “ ¡Y usted me prometió que no se iba a hacer daño!”

No se habló más y en ese instante iniciamos el recorrido hacia la internación.

Tal como señala Guy Briole en su libro: “La transferencia, tan singular, a causa del riesgo constante de tomar un giro al exceso, no por eso es menos inventiva; no es compatible con posturas congeladas y temerosas. Por el contrario incluye a la vez compromiso, flexibilidad y, además, una parte de semblante.” [15]

Hoy me pregunto ¿cómo a partir de una contingencia, —la paciente llamó y yo contesté a su llamado— fue posible romper esas repeticiones mortíferas? Tal vez la indicación de Lacan: No retroceder ante la psicosis, es el motor para servirse de esas oportunidades contingentes. Para finalizar subrayo hoy que esa oportunidad se había construido mucho antes, bajo transferencia.


[14] Briole, G. Mónologo compartido con la locura, Buenos Aires, Grama Ediciones, 2024, p. 87.

[15] Ídem, p. 62.

“Yo inventé…”

Laboriocio cursa una invitación a un colega, considerando que un artista ha venido provocándole una elaboración y hasta música al margen…

Armando Reverón (1889-1954), reconocido artista venezolano, habría dicho: “¿Cómo podemos conquistar la luz? Yo he intentado. Y esa es mi lucha. En la pintura. ¿Qué es la pintura? Es una cosa que no se sabe. La pintura es la verdad. Es la luz; pero la luz ciega, vuelve loco, atormenta, porque uno no puede con la luz.”

¿Cuál es tu apreciación sobre esas invenciones de Reverón en relación a su cuerpo, lo que llamas “singulares rituales frente al lienzo”: sus no tan discretos arreglos corporales ante eso que lo atormentaba? 

Ángel Sanabria, miembro de la NELcf Ciudad de México y la AMP, sigue el faenar de Reverón para hacerse familiar de lo insoportable… hasta llegar a comprometerse con la luz.

Y, para concluir esta edición, hemos convocado a un artista, uno que se sirve de los recursos con los que su padre laboraba: objetos electrónicos, mecánicos, herramientas, palos, andamios, electrodomésticos, y que usa también los colores de las fachadas de casas marginales… entre otros restos, para armar lo que hoy llama «andamios vernaculares».

Agradecemos a Chay Velasco por compartirnos su obra que ha pasado de 2D a 3D, y deambula en un diálogo… que a un laboriocio le recordó a “La salvación por los desechos” de Miller.

Comisión Laboriocio

Coordinadoras: Jessica Jara y Claudia Velásquez

Participantes: Estela Castillo, José Luis Obaid, Edgar Vázquez, Andrés Amariles

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