Revista Enlaces, «Psicoanálisis y cultura», Año 11, N°14, Grama ediciones, Buenos Aires.
Foto extraída de la entrevista de J.-A. Miller a la artista: “Initiation aux Mystères D’Orlan” en la
Revista: Le nouvel áne fevrier, 2008, Nº8, Edición Navarín, París.

Nota editorial

Lectores de Laboriocio, tenemos en este número como invitado principal “El cuerpo del analista”, en el marco de la transferencia en las psicosis. Los colegas han puesto el cuerpo para transmitir su experiencia y elaboraciones, uno por uno.

Gustavo Zapata, con ejemplos y conceptos, da cuenta de cómo el parlêtre hace uso del cuerpo del analista bajo su singular transferencia.

Claudia Subieta, multiplica los nombres dados a la función que cumple el analista, imposibles a sostener sin cuerpo, entre ellos, uno bello para resaltar “analista ancla”.

Francisco Pisani, da potencia a la expresión “presencia del analista en cuerpo”.

Raúl Sabbagh, nos lleva a la práctica del “acompañamiento terapéutico” donde ¡sí que es cierto! que el acompañante pone su cuerpo como a-marra para acompañar al sujeto psicótico a ingresar en el difícil mundo social.

Escuchen a María Beatriz Paredes, expone lo que es la invención en Atrios: los intervinientes ponen su cuerpo al servicio de procurar un Otro no invasivo para el psicótico, tal que le posibilite dirigirse hacia un mundo más soportable.

¡Y el explosivo encuentro con Orlan!

Claudia Velásquez
Coordinadora del Boletín Laboriocio

“Milagros Divinos”

Laboriocio pregunta a Gustavo Zapata

Tanto el eje de trabajo 6 titulado “El cuerpo del analista y la transferencia en las psicosis” como el argumento de las Jornadas, nos invitan a pensar la relevancia del cuerpo del analista, como aquel que está implicado bajo transferencia… Según la enseñanza que extraes de tu práctica: ¿estarías de acuerdo en pensar que, su especificidad viene dada por la singularidad de la transferencia o de qué estatuto se trataría, cuando hablamos del cuerpo implicado del analista? ¿Qué usos del cuerpo del analista has encontrado en tu trabajo con pacientes psicóticos?

Responde Gustavo Zapata, psicoanalista en Caracas, miembro de la AMP y de la NELcf

En 1958 Lacan contesta la perspectiva que presenta Natch en su libro Presencia del analista, argumentando que en la cura el analista paga con su ser, y plantea el desafío de situar el término «presencia del analista» más allá del sermoneo lacrimoso al que queda reducido en la elucubración de Natch.

Se trata para Lacan de que el analista se interese al menos en saber cómo asume el lugar al que la operación significante de un análisis lo lleva, esto es, el lugar del a.

Que el analista quede capturado en la «oquedad del a» en la dinámica de la transferencia, punto que Lacan caracteriza como ininterpretable, define la presencia del analista en tanto que real. A partir de allí, el analista está sujeto a la economía libidinal del parlêtre, y es desde ese lugar que opera, lugar que por cierto Lacan advierte, angustia al analista.

A ras de experiencia, puedo testimoniar que el analista, acotada esa angustia (angustia adecuada, dice) entonces solo puede ser dócil al lugar que, en la transferencia, el parlêtre dispone para él, en el arreglo que le permita atemperar la disrupción, incluso en muchos caso la invasión, de un goce sin límite. Así, consentir a que un sujeto traiga sus escritos para que sean considerados desde la perspectiva de un «crítico» que sí lo «entiende» porque «conoce su inconsciente», lo que le permite acotar un imperativo de «ejercitarse para que su cuerpo no se desvanezca», o que otro sujeto pida, además de sus sesiones en presencia, que sus notas de voz, plagadas de elucubraciones paranoicas, sean respondidas por escrito aunque sea brevemente, para asegurarse que efectivamente son sus «inventos» y poder continuar atendiendo sus negocios, o aún, que una paciente pida ser escuchada en silencio el tiempo que ella disponga para poner orden en sus ideas de cómo debe ser el mundo, convencida que al final de la sesión, la despedida «serena y cordial» del analista le recuerda que «el mundo puede ser de otra manera», cortando así el consumo de alucinógenos que la «transportaba».

Efectivamente, la especificidad del uso que el parlêtre hace del cuerpo del analista, responde a la singularidad de la transferencia, en el sentido más radical de cómo se sirve de él conforme al lugar que le da en su economía libidinal al ininterpretable de su presencia, y que en pacientes psicóticos esta especificidad es extremada por las formas, extremas a su vez, que toma la transferencia.

Referencias:

  • Lacan, Jacques. 1958. La dirección de la cura y los principios de su poder.
  • Lacan, Jacques. 1966-1967. Seminario XIV, La lógica del fantasma.
  • Lacan, Jacques. 1968-1969. Seminario XVI, De un Otro al otro.

Laboriocio pregunta a Claudia Subieta

Con base en el eje 6 de trabajo propuesto para nuestras Jornadas de Escuela que lleva por título: “El cuerpo del analista y la transferencia en las psicosis” y a partir de lo que ha sido tu práctica analítica, quisiéramos plantearte la siguiente pregunta, considerando una construcción que nos animamos a deducir: “La transferencia en las psicosis, no sin el cuerpo del analista”. ¿Qué podrías decirnos al respecto? ¿Creerías que esta implicación del cuerpo del analista en la transferencia con que se vincula a él un sujeto psicótico, tendría manifestaciones diversas dependiendo del tipo de psicosis?

Responde Claudia Subieta, psicoanalista en Cochabamba, miembro de la AMP y de la NELcf

La transferencia en la psicosis no sin el cuerpo del analista, efectivamente, cuerpo que entiendo como presencia del analista: analista partenaire, analista sinthome, analista que acompaña la invención psicótica, el artilugio, el artificio. Presencia del analista también como ancla, como analista editor.

Pienso en el “ancla” a partir del caso que envié para las jornadas, en que el tatuaje de un ancla en el cuerpo del paciente orienta la posición del analista en la transferencia. Pienso en un ancla en su función de sujetar una embarcación para que esta no vaya a la deriva por la fuerza de las corrientes marinas o los fuertes vientos. Un ancla permite a un barco fijar por agarre su posición en el mar. Esto me lleva a pensar en varios casos en que frente a la fuerza de un goce que invade, que no cesa de no escribirse, y que puede llevar a la más profunda errancia a un sujeto, la posición del analista en la transferencia es similar a la de un ancla, frente al texto de un sujeto psicótico: la cascada metonímica del esquizofrénico, la agitación maníaca, la hemofilia psíquica del melancólico, el analista opera ahí, buscando introducir un límite a la invasión de goce, un amarre, un agarre, un punto de capitoné. Ese texto sin puntuación en que el analista, pondrá puntos, comas, o como decía Juan Carlos Indart “un entre paréntesis”[1] en la escritura de goce en el imaginario corporal.

Esta implicación diversa del analista en la transferencia, no depende sólo del tipo de psicosis, sino sobre todo, de la singularidad en el goce de ese parlêtre.  Esto me lleva a pensar al “analista editor” no cual un corrector de estilo, sino aquel que acompaña para que un texto termine de producirse respetando el estilo del que escribe. Lacan plantea en “De una cuestión preliminar…”: una “sumisión completa, (…), a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo” (2002, p. 511) lo que orienta el acto del analista, y acompaña a que algo “nuevo”, que si bien ya estaba ahí, se termine de producir.

Pienso en el recurso a la fotografía en el caso de un sujeto melancólico, el tratamiento del objeto mirada, con el que se posibilita un nuevo nombre y un re-anudamiento nodal. Pienso en la escritura narrativa y poética en otro caso. Recursos que ya eran parte de la vida de estos sujetos, pero que en el trabajo con el analista, quien se hace partenaire del interés por la fotografía en un caso y de la escritura poética en el otro, acompaña, alienta a su instrumentalización a partir de su “sujeto saber interesarse”[2] por la singularidad, y las respuestas o soluciones que ese parlêtre ha podido encontrar. Analista partenaire que funciona prestándose, acompañando a la construcción de artilugios, artificios que pasen a operar una suplencia. Esto nos ayuda a ubicar lo que Lacan planta en el seminario 23: “El psicoanálisis no es un sinthome, sí el psicoanalista” (2008, p.133).

El cuerpo del analista y su presencia como bien decía ya Lacan en el Seminario XI, es fundamental: “No basta con que el analista sirva de soporte a la función de Tiresias, también es preciso, (…), que tenga tetas” (1991, p. 278). Es decir que la maniobra y la operación de la transferencia no es sin el cuerpo/ presencia del analista para que a partir de allí algo pase a escribirse.


[1] Sinthome e imagen corporal en torno a casos clínicos. Grama 2018, p. 12.

[2] Término usado por Guy Briole en Clínica continuista, bajo transferencia:  https://congresoamp2018.com/textos/clinica-continuista-transferencia/

Francisco Pisani, psicoanalista en Santiago de Chile, miembro de la NELcf y de la AMP

Francisco expone para Laboriocio sus elaboraciones sobre “la presencia del analista en cuerpo”, donde el sujeto psicótico encuentra un lugar para un lazo nuevo… ¡¿Habrían también presencias sin cuerpo?! Para seguir investigando.

“a-marras”

Un psicoanalista, J.-A. Miller, se encuentra con una artista sensible al psicoanálisis, Orlan[3].

Laboriocio pregunta a Raúl Sabbagh

Con interés nos dirigimos hacia el argumento de las Jornadas, donde se plantea la idea de una cierta relación de externalidad que algunos sujetos psicóticos sostienen con su cuerpo, lo que llama a producir alguna invención que lo a-marre.

Sabemos de tu experiencia relativa a la práctica del “Acompañamiento terapéutico”, la cual se inserta en la cotidianeidad del paciente, por ejemplo, en el colegio, la casa; por lo tanto, quisiéramos preguntarte: ¿cómo piensas la inclusión del cuerpo del acompañante en la invención que un sujeto psicótico pueda hacer de una a-marra para su propio cuerpo? ¿Qué aportaría a ello, si este acompañamiento se sostiene en una orientación psicoanalítica?

Responde Raúl Sabbagh, asociado a la NELcf-Ciudad de México

“Yo inventé…”

Laboriocio pregunta a María Beatriz Paredes  

Estamos enterados de la apuesta que, con otros, has puesto a andar en Atrios, un “espacio de vida para el autismo y para otras singularidades subjetivas”. Entendemos que este espacio invita a los participantes a explorar e inventar a través de distintos talleres, entre varios. Por ello, y teniendo en cuenta el eje 6 “El cuerpo del analista y la transferencia en las psicosis”, queremos preguntarte, ¿cómo se les arreglan, maniobran, los intervinientes orientados por el psicoanálisis para “hacer par” o para hacer las veces de partenaire del sujeto, en la producción de estas invenciones? Y, en particular, ¿cómo participa de ello el cuerpo del interviniente?

Responde María Beatriz Paredes, asociada a la NELcf-Guayaquil

Comisión Laboriocio

  • Coordinadoras: Jessica Jara y Claudia Velásquez
  • Participantes: Estela Castillo, José Luis Obaid, Edgar Vázquez, Andrés Amariles.

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