Un contrapunto entre Schreber – Joyce
Clara María Holguín*
Propongo pensar el contrapunto Schreber-Joyce, planteado en el argumento a partir de la frase extraída en “De una cuestión…”[1]: “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida”**, con el fin de explorar lo que las psicosis enseñan al psicoanálisis sobre el cuerpo.
El falo como operador de la juntura
El desorden vivido por Schreber, definido por Lacan como un accidente en el funcionamiento de la simbolización,[2] es trabajado desde la perspectiva del significante. Allí donde no hay significación fálica -agujero- aparece la “secuencia de fenómenos que comienzan por el milagro del aullido y un sujeto suspendido en un esfuerzo de réplica”.[3] Al no existir el falo como operador del sentimiento de vida, se experimenta la muerte, el asesinato del alma, un cadáver leproso que conduce otro cadáver leproso.
Lo imaginario aparece fragmentado por un goce pulsional que hace que el cuerpo se vea constantemente amenazado de estallar (dañado, alterado, destruido o mutilado), produciendo la regresión tópica al estadio del espejo, pero esta perspectiva no incluye el “desgarramiento subjetivo que se pone en juego en el alarido y la llamada de socorro”,[4] es decir, el efecto de goce deslocalizado que llega al cuerpo. Cuando piensa, goza. Se deja de lado la razón delirante de esos fenómenos, el sujeto de goce.
Schreber encuentra en la metáfora delirante su estabilización: Ser la mujer que le falta a Dios, consiguiendo una restauración imaginaria: erotización de la imagen y el ideal de una humanidad futura que sería engendrada por la copulación con Dios. Al tiempo que regula el goce, esta solución da a Schreber -como dice Miller[5]– paciencia y entereza, haciendo vivible el mundo. La compensación y regulación del goce alcanzada por Schreber por vía significante restituye “el orden del sujeto”.[6] Arma un Otro.
Prescindir del Nombre del Padre a condición de servirse de él
Hacer el contrapunto entre Schreber y Joyce, que aquí interesa, supondrá un salto importante en la enseñanza de Lacan, a saber: tránsito de lo Uno a lo múltiple (del NP como función universal a la pluralización de los nombres del padre) que implica prescindir del Nombre del Padre y relativizarlo como piedra angular del sistema simbólico, y, como consecuencia, pasar de la forclusión restringida a la forclusión generalizada. Con este giro, lo simbólico deja de prevalecer sobre los otros registros, para introducir una igualdad entre éstos.
La percusión del significante en el cuerpo y no solamente sobre este, permite captar que el significante entra, se incorpora en el cuerpo haciendo surgir el goce más allá de la mortificación y la significación. La juntura de lo real y lo simbólico -del cuerpo vivo y el lenguaje- que sitúa el sentimiento de vida, puesto que no hay vida sin goce, da cuenta también del desarreglo estructural, hiancia entre el ser y el tener. “El cuerpo no deja de degradarse”;[7] no se es cuerpo, se lo tiene.
No hay unidad originaria o natural para el ser hablante, se requiere de un ensamblaje, de piezas sueltas que se juntan. “El nudo no sirve para nada, pero ciñe”.[8] Lo real, que es el nudo, se convierte en un operador analítico en tanto se funda sobre lo que es Uno, el goce y el agujero de la No relación sexual, donde los goces se separan. Allí donde no es posible escribir la relación sexual, se escribe el nudo.
Se deja de apostar por el padre para localizar lo que hace las veces de Nombre de Padre, es decir, lo que cumple función de síntoma. ¿Cómo pensar un anudamiento sintomático que haga de límite a los efectos de la lengua en el cuerpo y que permita sostener el imaginario corporal, así como la juntura del sentimiento de vida? ¿un operador diferente al falo?
Con Joyce avanzamos para proponer una solución más allá de la identificación, donde el cuerpo puede consistir sin el NP. Si en la elaboración estructuralista la juntura del sentimiento de vida tiene como operador el falo, a partir de este momento se trata del acontecimiento de cuerpo. Hay un cambio de estatuto: el falo se mezcla con lo fónico ligado a la dimensión libidinal; lo imaginario aparece como una intuición. “Lo imaginario es siempre una intuición de lo que hay que simbolizar…Y para decirlo todo, un vago goce”.[9]El imaginario corporal más que enlazarse con lo simbólico “va hacia las tripas”,[10] introduce un goce en el cuerpo.
Lacan se interesa, más allá del orden y el NP, en el acontecimiento de cuerpo, nueva definición del síntoma, afín a la idea de tener un cuerpo.
Lo imaginario como operador de la juntura
El error del nudo que se evidencia en Joyce, muestra como lo simbólico y real quedan interconectados, (palabras impuestas) y lo imaginario se suelta, Joyce no siente el cuerpo (cae como cáscara).
La escritura y re-escritura de Joyce y la certeza de ser artista, además de producir un cierto vaciamiento de esa parte perturbada del goce que se impone, que no desaparece, le permite sostener su cuerpo y le da su derecho a existir. “Joyce no sabía que él construía el sinthome, quiere decir que él lo simulaba…Y por eso es un puro artífice, un hombre de saber hacer, lo que también se llama un artista”.[11]
Joyce da consistencia a su ego a partir de la escritura: se convierte en escritor con esas palabras que se le imponen, dando consistencia a su ego. La “escritura tiene una intención de goce…pasión por el enigma que agujerea el lenguaje”.[12] Como señala Lacan[13], Joyce es el escritor del enigma, artífice a través del cual restituye el nudo borromeo.
Este acontecimiento de cuerpo está vinculado con «ser artista», no por identificación, sino en la medida en que siente allí su cuerpo, “un jubiloso ajetreo”[14], es propiamente el sinthome que amarra el imaginario corporal y permite desplegar un saber-hacer.[15] Esta experiencia de goce, certeza de ser artista, que le da su derecho de existir, se convierte en una herramienta singular para ser usada.
El psicoanálisis se renueva
Intentaremos, es la apuesta de nuestras Jornadas, sacar las consecuencias de esta enseñanza, como hace JAM con la exploración de todas esas psicosis, “que no van de suyo”, las psicosis ordinarias, así como en todos aquellos casos que dan cuenta de la clínica actual, donde lo simbólico y el semblante fálico han perdido su potencia, es decir donde no se dispone de una respuesta estereotipada del NP y de la significación fálica.
Se abre un campo de investigación que permite explorar tanto la localización de este desorden, el cuerpo se viene abajo, se escapa, se cae, como las innovaciones, soluciones posibles, bricolajes, “construcciones singulares ex nihilo”[16]que tienen valor de nudo, que incluyen ese goce vago en el cuerpo, convirtiéndose en un instrumento que introduce las ganas de vivir.
¡Las psicosis enseñan sobre el cuerpo hablante!
* Psicoanalista en Bogotá, Colombia. Analista Miembro de la Escuela, AME, de la Nueva Escuela Lacaniana, NELcf, y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, AMP.
[1] Lacan, J. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis». Editorial Paidós, Buenos Aires, 1987, p. 540.
**Miller, J.-A., “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Revista Freudiana No 58. Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. p. 19.
“El desorden más íntimo es esta brecha en la que el cuerpo se deshace y donde el sujeto es inducido a inventarse vínculos artificiales para apropiarse de nuevo de su cuerpo, para “estrechar” su cuerpo contra él mismo, necesita una abrazadera para aguantar con su cuerpo”.
[2] Lacan, J. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Op, cit, p. 556.
[3] Miller, J.-A., Biología lacaniana. Editorial Colección Diva, Buenos Aires, 2002, p. 86.
[4]Idem, p. 85.
[5]Idem, p. 91.
[6]Lacan, J. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis», Op, cit, p. 554.
[7] La expresión original, fout le camp à tout instant, “se degrada sin cesar” es traducida en la versión castellana del Seminario 23 como “a cada rato levanta campamento”
[8] Lacan, J., El seminario, libro 23, El sinthome, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 79.
Homofonía entre sert (sirve) y serre (ciñe, circunscribe, ajusta).
[9]Lacan, J., El seminario, libro 21, “Los no incautos yerran” inédito, clase del 6/11/73.
[10] Lacan, J., Seminario 22. RSI. 1975. Inédito.
[11]Lacan, J., El seminario, libro 23, El sinthome, Op, cit, p 116.
[12]Laurent, E., El reverso de la biopolítica. Buenos Aires, Grama, 2016, p. 163.
[13]Lacan, J, El seminario, libro 23, El sinthome. Op, cit, p 151.
[14]Lacan, J., El estadio del Espejo como formador de la función de la función del yo, tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, En, Escritos I, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, , 1972, p. 12. (Transformación producida en el sujeto cuando asume su imagen antes que el lenguaje le restituya, en universal, su función de sujeto).
[15]Indart, J.C., Síntoma e imagen corporal. Conferencia dictada en el marco del Seminario de la NEL. 2017. Inédita. https://www.nel-amp.org/sv/actividades.el-seminario-de-la-nel.2016-2018.seminario-de-formacion-lacaniana.textos.sinthoma-e-imagen-corporal-i
[16]Castanet, H., “Cuando el cuerpo se deshace”. Editorial Grama, Buenos Aires, 2017, p. 28