Cortesía de CaroMarley. Artista. Terapeuta ocupacional.
Amiga de la NELcf- Santiago
@caromarley.art
Editorial
Laboriocio empieza. En esta ocasión, con estilo preguntón, ha invitado a los psicoanalistas a responder con sus cuerpos, voces y escrituras. El Eje I “Embrollos del sujeto psicótico para hacerse un cuerpo: melancolía, esquizofrenia, paranoia, manía” le ha hecho enigma a Laboriocio y espera que sus colegas lo orienten en su desciframiento, así:
Jaime Castro, ocupándose de la afirmación tantas veces dicha “Hacerse un cuerpo”, y por ello, tantas veces no sabida. Beatriz García desembrollando el embrollo que hacen con el cuerpo, los registros real-simbólico-imaginario. Estela Castillo, leyendo en su experiencia clínica, lo que de un analista sin ser dios y lo que de una divinidad sin ser analista, amarran a la vida a un sujeto melancólico. Edgar Vázquez da vida con su voz a unas breves palabras de Lacan, sobre la práctica social del tatuaje, arte sobre el cuerpo como lienzo, más que una moda. Raquel Cors llevando a Laboriocio de la mano desde la invención de Lacan, pasando por la del Yo que delira, hasta su propia práctica, la de ella misma, como psicoanalista.
Laboriocio los invita a ser leído y escuchado, a que lo acompañen a despejar sus enigmas, construyendo saber y así ¡no caer en la perplejidad!
Claudia Velásquez
Corresponsable del Boletín Laboriocio
“Milagros Divinos”
Un psicótico debe “hacerse” un cuerpo. Más precisamente el argumento de las Jornadas dice que el sujeto psicótico “está confrontado a hacerse a un cuerpo de goce”. ¿Qué podrías decir sobre esta expresión “hacerse un cuerpo” en el marco de una experiencia de análisis? ¿Cómo piensas la especificidad que ello tendría en los tipos clínicos de la estructura psicótica?
Es lo que Laboriocio le pregunta a Jaime Castro, psicoanalista en Cali, miembro de la NELcf y la AMP, quien contesta en el siguiente video:
Laboriocio pregunta a Beatriz García, miembro de la NELcf y la AMP, psicoanalista en Bogotá, lugar anfitrión de nuestras Jornadas:
En el argumento de las Jornadas se afirma que “el psicoanálisis tiene instrumentos conceptuales para nombrar la pulsión, la representación y el significante que se embrolla en el cuerpo de cada sujeto”, si esto acontece en un ser hablante: ¿qué cuerpo es aquel del cual se ocupa el psicoanálisis en su práctica? ¿Cuál sería la especificidad de dicho “embrollo” para el caso de la psicosis?
El psicoanálisis en su práctica atiende el cuerpo embrollado con lo real, esto es, con lo que está fuera de sentido e itera sin cesar, con el agujero traumático que lo constituye, efecto del encuentro entre lo viviente y el significante.
Los embrollos del cuerpo se manifiestan en los modos de goce que se generan en los enlaces entre lo real, lo simbólico y lo imaginario que operan en el habla del ser hablante y que Lacan escribe en el nudo borromeo, articulados por el objeto a.1
En el enlace entre lo imaginario y lo simbólico, el goce sentido evidencia el embrollo con el cuerpo-imagen en el que se asienta el yo y se instalan las relaciones con el semejante, que no son sin odio y amor. Ese cuerpo imaginario en el que se apoya la creencia de que se tiene un cuerpo, está tomado por el plus de goce que lo obnubila y por las pulsiones que lo acechan, y por eso, “a cada rato levante campamento”.2
En el enlace entre lo simbólico y lo real, el goce fálico presenta el cuerpo fragmentado, embrollado por las pulsiones que buscan satisfacción por encima de cualquier unificación; pulsiones escritas como objeto a causa de deseo que irrumpen y cortan cualquier sentido, o localizadas como plus de goce que opera como objeto-tapón en el fantasma.
En el enlace entre lo imaginario y lo real, el embrollo se relaciona con el agujero traumático efecto del encuentro entre significante y ser viviente, que a la vez que indica la falta constitutiva, da cuenta de una marca-letra, signo de que hay goce, de que hay vida y de que es posible algún camino para hacer borde y bregar con el embrollo.
Los embrollos con lo real se ponen al frente en las psicosis, en las que los cuerpos aparecen sin anudamiento, por fuera del Nombre del padre y del goce femenino, obnubilados por la imagen o eclipsados ante su ausencia, identificados con objetos pulsionales, bien sea la mirada, la voz, la nada u otro; sin poder hacer con el Otro social, con su condición de sujetos o con su corporalidad.3
El analista acoge al ser hablante embrollado con lo real y busca hacer par con lo que urge en esos fenómenos de cuerpo, bien sea que se trate de “fenómenos eclipse” de duración temporal o de “fenómenos permanentes” que ordenan y funcionan al modo de un sinthome.4 Con su presencia y su deseo facilita que la palabra se despliegue y que el síntoma-sufrimiento se transforme en un sinthome que permita alguna juntura en lo más íntimo.
Notas
1. Lacan, J., “La tercera”, en Nacimiento de la clínica psicoanalítica. Paidós, Buenos Aires, 2022, p. 126.
2. Lacan, J., Seminario 23, El Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 64.
3. Asociación Mundial de Psicoanálisis, Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia, Grama, Buenos Aires, 2017.
4. Miller, J.-A., y otros, Los embrollos del cuerpo, Paidós, Buenos Aires, 2002, p.110.
“a-marras”
Estela Castillo, participante de la confección de Laboriocio, nos proporciona una amarra desde Caracas ante nuestra pregunta:
En Duelo y Melancolía Freud advierte sobre la experiencia corporal del sujeto melancólico consecuente a su identificación al objeto de desecho, experimentando: “una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad” y un desfallecimiento de la pulsión que “compele a todos los seres vivos a aferrarse a la vida.” Con base en tu experiencia clínica, te planteamos esta inquietud: ¿Qué amarres posibles para un sujeto melancólico ante ese sufrimiento? ¿Cómo se posiciona un analista encarnado ante el cuerpo caído, desaferrado del sujeto melancólico?
Parto de la segunda pregunta: el lugar del analista. En la práctica lacaniana el analista viene a ocupar frente al psicótico un lugar discreto, de testigo, secretario, asistente, un semejante para acompañarlo, pero no basta con acompañar.1 Para invitar a pensar este lugar en la melancolía, extraigo del Argumento2 tres aspectos: implicación del analista, en dejarse usar, para alcanzar un saber leer.
Allí donde el inconsciente aparece a cielo abierto, el analista está incluido bajo transferencia. Falta precisar en la lógica de cada caso, cómo el melancólico con su objeto en el bolsillo,3 hace uso del analista, quien sirve de instrumento, de sostén que vivifica al cuerpo caído o de acotador de goce en el encuentro con un real sin límites. Esto, para dar lugar al despliegue de elaboraciones, que permitan ubicar, puntuar, alentar invenciones o seguir la creación de nuevos arreglos, en lo posible, más sólidos. Haciendo efectiva la transferencia, se apuntaría a una primera forma de amarre, que a su vez posibilite otras, por ejemplo, hay sujetos que logran amarres tras el ejercicio de una función en diferentes tipos de instituciones, o tras experimentar una relación estrecha con deidades. La versatilidad de amarres con los que se pretende cernir algo del sufrimiento es incalculable.
Tal ha sido un caso de melancolía, que luego de múltiples hospitalizaciones, diagnósticos y pasajes al acto, consigue hacer lazo con un analista, logrando pasar de un cuerpo maltratado, a uno tocado por la divinidad, dentro de una comunidad religiosa, que la amarró por mucho tiempo. Sin embargo, no es sino hasta que fallece alguien muy preciado, y el encuentro con un hombre, que aquel amarre se hace débil, frente a la efervescencia de un amor enloquecido lleno de pasión.
La invasión de un goce Otro, no metabolizado en una construcción delirante, supone leer lo singular de los rastros que ha dejado la forclusión del Nombre del Padre,4 y ocupar un lugar desde donde maniobrar. No se nos dice cómo hacerlo. Pero están dadas las coordenadas para orientarnos.
Referencias
- Palomera, V., “Transferencia y posición del analista en las psicosis”, Revista El Psicoanálisis #32, abril 2018, ELP, edición especial IX Congreso de la AMP, Barcelona.
- Argumento (2024). El cuerpo y las psicosis. XIV Jornadas de la NEL Recuperado de: https://jornadasnelcf.com/xiv/orientacion/argumento/#_ftnref1
- Lacan, J., “Breve discurso de Lacan a los psiquiatras de Sainte Anne”, 1967, inédito.
- Lacan, J., De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, Escritos 2. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 556.
Un segundo aporte a a-marras viene de la mano del tatuador Maximiliano Velásquez, y se enlaza a una cita de “La agresividad en psicoanálisis” de Lacan -que encuentran en Escritos I-, relatada desde Ciudad de México por Edgar Vázquez, participante de Laboriocio.
“Yo inventé…”
“¿Qué he inventado yo?” se pregunta Lacan. Jacques-Alain Miller indica que “cada uno debe reinventar el psicoanálisis por su propia cuenta”. En esa vía y pensando en nuestras Jornadas de la NELcf, desde el Boletín Laboriocio te invitamos a comentarnos sobre alguna invención desde tu práctica analítica actual ante los embrollos de un sujeto psicótico para hacerse un cuerpo que consideres aliente nuestra investigación, querida Raquel Cors.
Raquel Cors es psicoanalista AME, miembro de la NELcf y la AMP. AE (2018-2021).