Argumento 1: Cortes e interpretaciones en la práctica analítica
ENTRETEJIDOS EN LA PRÁCTICA
Recorto dos hilos del argumento de las próximas Jornadas de la NELcf para intentar entretejerlos.
- Hasta el final de su enseñanza Lacan apunta a la interpretación y a sus alcances mediante la palabra. No obstante, se topa con un límite…
- La ultimísima enseñanza de Lacan… desecha el desciframiento optando, más bien, por la vía del corte.
Para nuestra orientación, la interpretación no consiste en una técnica estandarizada ni en un concepto acabado. Los esfuerzos de Lacan respecto de su depuración, se articulan a la preocupación por la posición del analista y la ética de su acto, así como a la incidencia de la palabra sobre el goce que perturba la vida.
Toda palabra o acción –para no hablar prematuramente de acto– del analista, son objeto de interpretación por parte del analizante-¿por qué me dijo eso?, ¿qué quiso decir con su silencio?- de allí que el ¿qué quiere decir? es una pregunta que se sostendrá tanto respecto del síntoma, al que se le supone un sentido, como de las intervenciones del analista, que se leen o interpretan desde el lugar que le es asignado por su analizante. Si una interpretación es analítica porque no es explicativa y se orienta por eso que llamamos goce y que está más allá del placer, también lo es por venir de ese lugar.
Un lugar que se asume despojado de los propios prejuicios y fantasmas, por lo que decimos que es vacío, y que se ocupa con un fondo de silencio capaz de hacer resonar las palabras del analizante, de conferirles un valor, de posibilitar que quien habla escuche sus propios dichos. Así, la palabra podrá resonar para cada quien y producir un eco que haga vibrar una dimensión distinta a la de la palabra, la dimensión ligada a la satisfacción.
No obstante, la palabra que es instrumento de la interpretación en múltiples formas: alusión, enigma, equívoco, cita, etc., encuentra su punto de tope en la experiencia. Por parte del analizante se advierte un imposible de decir que hace obstáculo a la asociación libre, mientras el analista experimenta la impotencia para atrapar un más allá de la verdad y el sentido. Este es el punto de límite que se lee en el primer hilo del argumento, lo que obliga a virar hacia el segundo hilo sin soltar el primero, para entretejer las intervenciones en la práctica.
La insuficiencia de lo simbólico para atraparlo que se repite una y otra vez, que excede al sujeto y a su voluntad, lo que nos alcanza en la vida y en el análisis y a lo que nos referimos como lo real del síntoma, es lo que lleva a Lacan a proponer la interpretación en forma de equívoco, como una operación en contra de la producción de sentido, puesto que a través de este, jamás tendremos incidencia sobre dicho real.
La interpretación por el equívoco, se corresponde con los desarrollos del Seminario 20 y con lo expuesto en “El atolondradicho”. A medida que se radicaliza la noción de real, el cuerpo y la pulsión se toman la escena analítica y la experiencia exige nuevas formas de operar, sin que por ello pierda vigencia las interpretaciones por la palabra, sólo que este hilo puede variar de matiz. Pasar de considerar el significante como encadenado a otros, a pensarlo como aislado, da como resultado un nuevo estatuto de lo simbólico en el que prima el Uno-completamente-solo, que nos guía.
En Hablo a las paredes, encontramos dos referencias acerca de la interpretación. La primera es que esta consiste en “hacer variar la verdad”, una dimensión semántica solidaria de la apertura del inconsciente, que no hay que olvidar. La segunda, se refiere a que interpretar es “hacer notar lo que el sujeto encuentra”,[1] aislar el significante vinculado a la satisfacción sustitutiva, paradójica, que si bien no tiene sentido, se siente en el cuerpo.
El momento del análisis será un factor que incida en la operación del analista, término justo al momento de situar el último legado de Lacan sobre nuestra intervención y el segundo hilo a considerar en la trama interpretativa: el corte. Nuestra acción se orienta por ese punto radical que el corte localiza.
El trabajo hacia nuestras Jornadas entretejerá esos dos hilos; indagaremos sus alcances y limitaciones. Por ahora, me planteo algunas preguntas: ¿Habría que pensar cortes e interpretaciones como operaciones excluyentes? ¿En qué caso una interpretación tiene la función de un corte? ¿es el efecto de la intervención del analista lo que confiere su estatuto al corte?
Dejamos aquí…
Gloria González
[1]Salman, S. y Tarrab, M., Leer y escribir en psicoanálisis, Grama, Buenos Aires, 2022, p. 37.